martes, 19 de enero de 2016

Duelo y Melancolía: rasgos diferenciales entre neurosis y psicosis

En el texto “Duelo y Melancolía” (1915) Freud realiza una comparación entre el duelo considerado normal y la melancolía que como fenómeno patológico. Freud  sitúa una serie de elementos comunes tales como un estado anímico doloroso, la cancelación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar y una inhibición de productividad. 
Ambos cuadros se desencadenan frente a la pérdida de un objeto amado o un ideal. A partir de esta circunstancia, el sujeto emprende un desasimiento de la libido que opera lentamente y como afirma Freud “pieza por pieza”, para recorrer las huellas mnémicas del objeto perdido.
En cuanto a las diferencias, el duelo es definido como la reacción frente a la pérdida de un objeto amado (persona o abstracción). Esta pérdida es consciente y depende de un acatamiento al examen de realidad que afirma que ese objeto ya no existe.
En la Melancolía, el sujeto reacciona frente a la pérdida del objeto de amor sin acatar el examen de realidad, por este motivo el yo no se resigna a perder el objeto y esta pérdida es inconsciente (ya que se sabe a quién se perdió pero no lo que se perdió del objeto). En la melancolía el objeto no se pierde, en virtud de una identificación narcisista, es introyectado en el yo (escisión del yo).
El duelo requiere de un trabajo que demanda mucha energía psíquica, pero una vez finalizado, puede darse una sustitución del objeto, por lo cual el yo vuelve a estar libre. Mientras que en este caso se da una pérdida de objeto, en la melancolía encontramos una pérdida en el yo, el yo es condenado por su instancia crítica lo cual provoca una rebaja del sentimiento de sí.
En virtud de una identificación con el objeto perdido, el melancólico presenta un delirio de insignificancia, ya que la pérdida del objeto deviene en empobrecimiento del yo. Este delirio genera autorreproches y autocríticas. Freud afirma que estos autorreproches se disciernen como reproches hacia el objeto de amor pero que, por identificación, recaen sobre el yo ensombreciéndolo.
Un aspecto en común entre la melancolía y la neurosis obsesiva es el importante papel que cumple el conflicto de ambivalencia y los autorreproches.  Freud explica que en la neurosis obsesiva se produce una regresión de la libido a la fase sádico-anal, pero en la melancolía existe otra regresión hacia el narcisismo originario en donde predomina la incorporación del objeto.
Es así que las premisas de la melancolía son: pérdida inconsciente del objeto, ambivalencia y regresión de la libido al yo, donde se produce un pasaje de la elección de objeto al narcisismo.
En la neurosis obsesiva se encuentran identificaciones escasas pero muy fuertes, en cambio en la melancolía existe una fuerte investidura del objeto con una base narcisista pero una escasa resistencia de las cargas, por lo cual la libido retorna fácilmente al yo.
En “A propósito de un caso de Neurosis Obsesiva” (1909), Freud sitúa el estallido de la enfermedad de su paciente en relación al plan familiar establecido para el sujeto. El hombre de las ratas se enferma para no decidir en la realidad objetiva entre la mujer rica o la mujer pobre, estableciéndose un conflicto entre la demanda del padre y su propio deseo.
Como toda decisión implica una pérdida, elegir representa una reanimación de la castración. El neurótico no quiere saber nada de la castración y por eso la reprime. En el caso del hombre de las ratas se observa una dificultad para efectuar el duelo por el padre, ya que estando muerto sigue demandando al sujeto, y aparece como espectro al modo de un muerto-vivo. Los síntomas presentados en el historial revelan los intentos por sostener al padre, evitando la castración por medio de la duda que posterga el acto.
Ya que todo duelo supone una reactualización de la castración, podemos decir que en la psicosis el duelo es imposible. En el Hombre de las ratas el duelo es una posibilidad, pero presenta complicaciones, ya que es un trabajo que nunca termina y se posterga indefinidamente en el tiempo.
Tomando en cuenta la diferencia que establece Freud entre el duelo y la melancolía con respecto al examen de realidad, podemos encuadrar a la melancolía dentro de las psicosis, en donde el mecanismo es el rechazo, repudio o abolición de la castración, la Verwerfung, forclusión según la traducción de Lacan. Dicho mecanismo implica que lo rechazado en lo inconsciente retorna desde el exterior bajo la forma de la alucinación. Según Lacan todo lo rechazado en lo simbólico retorna desde lo real, tal como lo ejemplifica el caso del hombre de los lobos con la alucinación del dedo cortado. Freud utiliza el término de Verwerfung para describir  una modalidad de defensa más radical que la represión, que provoca en el sujeto un desprendimiento de la realidad.
La neurosis como estructura clínica depende del mecanismo de represión de la castración, esta operación está inscripta en el aparato psíquico y funciona como un modelo frente a todas las pérdidas que el sujeto deba tramitar.
En “Inhibición, síntoma y angustia” (1926), Freud define la castración como la primer pérdida no empírica capaz de resignificar las pérdidas anteriores e inscribirlas retrospectivamente (placenta, pecho, heces, voz, mirada, falo), por esta razón afirma que toda angustia es de castración.
Según Lacan, por castración se entiende el registro de una falta que funciona  a modo de reserva para el sujeto. Como operación, hace posible la diferencia de los sexos y condiciona la forma en que el sujeto se relaciona con la realidad.
Tal como describe Freud en “Neurosis y Psicosis” (1924), se trata de conflictos diferentes: en la neurosis existe un conflicto entre el yo y el ello, mientras que en la psicosis el conflicto reside entre el yo y la realidad.
En “Pérdida de realidad en la neurosis y Psicosis” (1925), Freud especifica que en la melancolía surge un conflicto entre el yo y el super yo, entendiendo a éste último como aliado del mundo exterior, diferenciando el caso de la neurosis obsesiva en donde se trata de un conflicto entre yo y el super yo considerando a esta instancia como aliada del ello.
“Duelo y Melancolía”, es un texto en donde Freud prosigue elaborando la teoría de la identificación. Sitúa aquí el rasgo diferencial más importante en cuanto a los recursos de que dispone el sujeto para enfrentar la pérdida de los objetos amados. En el duelo, funciona la identificación al rasgo que supone la pérdida del objeto y luego la introyección de un rasgo que testifica dicha pérdida. En la melancolía funciona la identificación al objeto perdido por incorporación de acuerdo con la fase oral canibalística, lo cual desencadena una lucha permanente dentro del yo que es tratado como un objeto por el super yo.
En la neurosis ante la muerte del objeto, el sujeto reacciona con el duelo y puede quedar detenido, en la psicosis se produce una muerte del sujeto como sujeto deseante. Tal como escribía Schreber en su libro “Memorias de un enfermo nervioso” (1903), durante el estallido de la psicosis el mundo estaba lleno de hombres muertos, “hechos a la ligera”. El crepúsculo del mundo representa el fin de la estabilidad que el sujeto ha tenido hasta entonces, y es vivido por Schreber como un desgarro en cuerpo y alma. Desgarro que repercute en los lazos sociales y por lo tanto afecta el lenguaje dando lugar a neologismos, palabras en desuso y frases interrumpidas.
Tal como afirma Freud en el caso Signorelli, la sexualidad y la muerte son traumáticas por no tener inscripción psíquica. Frente a esta falta de inscripción, Lacan elabora el registro real y sostiene que a lo real se le debe dar un tratamiento mediante el lenguaje, la ficción (fantasma) y el nombre.
En este sentido, el análisis puede considerarse un llamado al sujeto del discurso para que comience a dar razones de sus síntomas, y ponga nombres a aquello que no lo tiene, como la muerte. Un análisis implica múltiples duelos por objetos que deben perderse para acceder al deseo.
En el caso del hombre de las ratas, Freud recorta una representación obsesiva como fuente de padecimiento “si tengo el deseo de ver a una mujer desnuda mi padre morirá”. El deseo de ver mujeres desnudas conlleva la muerte del padre, por lo tanto genera sentimiento de culpa y necesidad de castigo (el sujeto padecía de impulsos, temores y prohibiciones enlazadas al hecho de sentirse un “criminal”). Se da un conflicto entre el yo y las mociones pulsionales, por lo tanto, lo displacentero para el yo es placentero para el ello, a partir de lo cual funciona el super yo como una instancia feroz y arbitraria que impulsa al sujeto a expiaciones, rituales y ceremoniales para que las representaciones obsesivas no afloren a la conciencia.
En Schreber aparece primeramente una idea aislada en duermevela “que lindo es ser una mujer en el momento del acoplamiento” que el sujeto vive con total perplejidad y extrañeza. Freud relaciona esta idea con un avance de pulsión homosexual que conlleva la transformación en mujer. Luego esta idea se convierte en una misión redentora (delirio) que consiste en transformarse en mujer para crear hombres nuevos y devolver al mundo la bienaventuranza perdida. Este “empuje a la mujer”, como enuncia Lacan, encierra cierta voluptuosidad pero no se trata de una sexuación desde la castración. Se trata de una feminización que no involucra una toma de posición del sujeto como hombre o mujer. Por el contrario, Schreber se ve llevado a ser la mujer de Dios para acceder a la paternidad (crear hombres de espíritu schreberiano).
Por lo tanto, lo que en la neurosis se formula como una pregunta frente a un saber que no se sabe, en la psicosis se presenta como certeza. Mientras que una alucinación o un delirio en la neurosis representa un agravamiento del cuadro, en la psicosis el delirio funciona como un “parche” (cuarta pata del taburete en Lacan, camino alternativo que compensa la falta de una carretera principal) que intenta restituir los lazos con el mundo exterior mediante una neo-realidad.
De acuerdo con las diferencias planteadas entre neurosis y psicosis a partir de las formas en que reacciona un sujeto frente a las pérdidas, es posible incorporar el planteo de Lacan sobre el mecanismo de defensa en las psicosis.
El desencadenamiento de la psicosis de Schreber se produce cuando surge una demanda real a la que el sujeto no puede responder por carecer de un significante primordial que es el significante nombre del padre. Esta demanda tenía que ver con asumir el cargo de presidente del tribunal de apelaciones, alguien que hace las leyes. Cuando el sujeto es convocado a responder desde una significación relacionada con la paternidad, se encuentra con una carencia simbólica. Como el significante nombre del padre representa la prohibición del incesto, su implantación es resultado del complejo de Edipo.
El final del complejo de Edipo reside en perder los objetos incestuosos y emprender una nueva elección de objetos no prohibidos. En la psicosis no habría registro de las pérdidas (castración), por lo tanto los objetos no funcionan como parciales.
Freud en el caso de Schreber habla del sol (los rayos divinos, ver el sol sin lastimarse los ojos) como un sustituto del padre, que deviene en Dios y aparece como una presencia permanente, omnipotente que hace y deshace al sujeto. Este sustituto del padre es un Dios que no conoce de los vivos, de la providencia; por lo tanto no es un padre donador, de la ley edípica, sino un padre que goza.
Desde sus primeros textos, Freud describe los mecanismos de defensa posibles ante el avance de una representación inconciliable. En el caso de la neurosis, la represión produce un divorcio entre la representación y el afecto, lo reprimido en el interior retorna como síntoma.
En las psicosis la desmentida produce una abolición de la representación y el afecto, como si no existiesen. Lo interiormente rechazado, retorna como delirio desde el exterior.
El sujeto melancólico se reconoce como culpable y no lo cuestiona (certeza), la muerte del objeto lleva a la muerte del sujeto. En el caso de la neurosis es posible ponerle alguna cara a la muerte, simbolizar la muerte como castración en el aparato psíquico, por eso el obsesivo puede preguntarse “estoy vivo o estoy muerto?”.
De acuerdo con las bases del psicoanálisis como un método de investigación y cura, se puede concebir al análisis mismo como un duelo por su función subjetivante. El duelo como un trabajo con el recuerdo, permite la reelaboración y le da una chance al sujeto de no repetir. El análisis llevaría al sujeto a encontrarse con su propio deseo y a saber lo que perdió de los objetos que hasta el momento no podía perder. Esta reelaboración del pasado olvidado no es ajena a la castración, por lo tanto, no es sin angustia.

Bibliografía Utilizada:
- S. Freud. Obras Completas. Amorrortu Editores. Bs. As. 1998.
“Duelo y Melancolía”
 “Pérdida de realidad en la neurosis y Psicosis”
“Neurosis y Psicosis”
“El yo y el Ello”
“Inhibición, síntoma y Angustia”
“Introducción del Narcisismo”
“Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente”
“Análisis de Un Caso de Neurosis Obsesiva”
- J. Lacan. El Seminario. Paidos. Bs. As.2009.
Seminario III. “Las Psicosis”




No hay comentarios:

Publicar un comentario